SER CONSCIENTE DE TUS PUNTOS FUERTES TE HACE AÚN MÁS FUERTE
El responsable de un equipo de desarrollo de negocio me dijo con bastante gracia que él, cuando iba a las reuniones con cliente, se llevaba al técnico dentro de una jaula y tapado con un trapo hasta el momento de la intervención técnica.
Cuando el técnico terminaba de hacer su exposición el trapo era colocado de nuevo sobre la jaula y a correr. Me comentaba que no era la primera vez que un técnico frustraba una operación por pasarse de información o por meterse en cuestiones propias de negocio.
Saber en qué eres muy bueno te puede hacer ganar mucho tiempo en tu carrera profesional, te hace más eficiente como profesional, pero saber en qué NO eres bueno es casi más importante que saber en lo que si eres bueno.
Evidentemente conocer en lo que uno es bueno o no es una carrera que nos lleva toda la vida:
- Hay personas que de pequeños ya sabían a qué querían dedicarse de mayores, tenían una vocación
- El resto de mortales encontramos nuestra vocación por iteración, nos vamos probando en diferentes circunstancias y vamos descubriendo nuestras virtudes poco a poco, en función de la prueba que nos ponen delante
Ken Robinson en su libro “El elemento” cuenta varias historias de personas famosas que encontraron su elemento y acabaron siendo relevantes en su profesión. Hay una cuestión que es fundamental en casi todas las historias, casi todos tuvieron un mentor, alguien que supo apreciar su virtud y se lo dijeron.
EL MENTOR ES UN CATALIZADOR DEL TALENTO
Cuando trabajamos con personas tenemos la obligación moral de ayudarles a encontrar su elemento, a que encuentren el entorno en el que pueden brillar.
Que alguien te reconozca las virtudes y defectos de una forma asertiva y empática a la par, poniendo la mirada en ti y no en su interés personal es un regalo espectacular que deberíamos agradecer de por vida.
¿Quién es tu mentor y qué te ayudó a descubrir de ti? Cuéntame, me interesa